Mejorar el proceso de aprendizaje en el futbolista

Si el aprendizaje es el total de pasos que da un sujeto para alcanzar un determinado conocimiento (ya sea concepto, procedimiento o actitud), el coaching se puede considerar como un proceso dividido en fases con el único fin de conseguir que el futbolista adquiera nuevas competencias, recursos, actitudes, etc. que le permitan alcanzar sus objetivos individuales y los objetivos comunes del equipo a lo largo de la temporada. 

El aprendizaje es una de las actividades más importantes de la vida. No es una mera capacidad intelectual, sino que constituye muchas veces una verdadera habilidad.

Fases del aprendizaje

Existe un modelo básico que explica los niveles mediante los que discurre el proceso de adquisición de habilidades que podremos utilizar con nuestros futbolistas para guiarlos a través del aprendizaje de nuevas habilidades o roles:

1) Incompetencia inconsciente. En esta primera etapa no se posee la habilidad, pero tampoco se es consciente de ello, porque el futbolista no se lo ha planteado (por ejemplo, jugar controlar orientado).

2) Incompetencia consciente. El futbolista comienza a darse cuenta de que no posee la habilidad y comienza a movilizar recursos para aprenderla, es decir, es consciente de ello.

3) Competencia consciente. Se ponen en marcha los esfuerzos necesarios para aprender, y el futbolista comienza a ganar algo de destreza en el desempeño del control orientado. 

4) Competencia inconsciente. El nivel de conocimiento es ya avanzado, por lo que la actividad no requiere demasiada atención. Se trabaja desde el inconsciente. Véase el ejemplo claro de los jugadores de la masía y los controles orientados que realizan de forma inconsciente al llegar al primer equipo. 

Para que se presente aprendizaje se deben ejecutar del paso 1 al paso 4 (sin saltarse ninguna etapa). Pero, en algunos casos, no se parte de cero. A veces, se quiere modificar un hábito ya adquirido, que está en el inconsciente. Para ello:

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En este caso, las actitudes y emociones pueden jugar un importante papel. Se considera que las actitudes son importantes porque influyen decisivamente en el aprendizaje.

Acosta (2009), afirma que hay actitudes y emociones que facilitan el aprendizaje: la curiosidad, la apertura o el asombro. Otras, en cambio, dificultan el aprendizaje de nuevas habilidades (por ejemplo, la arrogancia o la inseguridad).

Diversos estudios han podido probar esta cuestión. Por ejemplo, se ha visto que los procesos de atención, memorización y procesamiento están ligados a los estados emocionales.

Estado de ánimo positivo y aprendizaje

Un estado de ánimo positivo estimula la creatividad y puede favorecer la codificación y organización de la información. No obstante, aunque la emoción facilita el aprendizaje también puede obstaculizarlo si su intensidad se dispara.

Los estados positivos aportan flexibilidad a los procesos cognitivos en aquellas actividades que requieren reflexión o la puesta en marcha de alguna estrategia compleja.

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Pueden afectar a las mismas actitudes con que recibimos y transmitimos información. Por ejemplo, se considera que las emociones pueden influir en el nivel en el que los individuos elaboran, comprenden y responden los mensajes que reciben (Nabi, 1999).

Por lo tanto, la capacidad de autorregular las emociones puede ser útil en este sentido, ya que permite lograr un mayor equilibrio emoción-cognición y esto, finalmente, redundará en una mejora de rendimiento

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Fuente:

Master en Coaching y PNL. Euroinnova Business School, 2017

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