El libro trata de psicología deportiva donde el autor cuenta anécdotas personales de donde se pueden tomar muchas lecciones. Sinceramente, no son grandes misterios, pero son una buena forma para convencer de que los sueños y metas no se vuelven realidad si no se trabajan.
Muchos descalifican el mensaje de este libro argumentando que tomar decisiones emocionalmente significa dejar a un lado el raciocinio, pensando solo en el momento, sin embargo, es fácil decir que el autor recomienda aceptar la responsabilidad todavía mayor de hacernos cargo no solo de lo que se debe hacer, sino también de lo que quiere hacer, y eso es una gran hazaña.
Las decisiones racionales sólo tienen en cuenta las circunstancias del momento, pero las decisiones emocionales se basan en los sueños.